jueves, septiembre 30, 2004

País Olvidado

Soñé que en un lejano lugar existía un país llamado País Olvidado. En el la gente vivía en mitad de un desierto. Las casas no eran de piedra ni de ladrillos y no se llamaban casas sino “jaimas”. Tampoco tenían jardines ni agua corriente. Los niños caminaban, en ocasiones incluso descalzos, para ir al colegio donde se aplicaban para ver si con un poco de suerte podían disfrutar ese verano de unas vacaciones en paz. Las mujeres además de atender la casa y a los niños eran las encargadas de que todo marchase bien en ese país, ya que los hombres de País Olvidado estaban más ocupados en la lucha y en defender el país. En País Olvidado no existe otra riqueza que no sea la de la risa y los corazones de sus habitantes.
Sin embargo, País Olvidado no siempre fue País Olvidado. Durante una época vivían en ciudades, en casas de verdad. Desde sus ventanas se veía el mar. Y la gente recordaba hasta el nombre de su país.
En el desierto los habitantes de País Olvidado soñaban con volver a su verdadero país, ese que estaba lejos del desierto. Los habitantes de País Olvidado sabían que la mayoría de la gente del resto de países se había olvidado de que ellos existían pero también sabían que había un montón de gente que siempre les tenía presente y nunca se olvidaban de que ellos estaban olvidados en el desierto. En País Olvidado nunca perdían la esperanza.

Me desperté esa mañana y descubrí con tristeza que ese País Olvidado existía en realidad. Los saharauis siguen en sus campamentos de refugiados en Tinduf (Argelia) esperando que un día por fin se celebre el referéndum que les haga libres.